Hoy he escuchado a un periodista que planteaba la siguiente cuestión; ¿Por qué en vez de preguntarnos cómo será la nueva normalidad, no nos preguntamos cómo queremos que sea la nueva normalidad? Este planteamiento me ha parecido muy enriquecedor, de esta forma seremos parte activa en el diseño y el proceso de toma de decisiones de nuestro futuro, asumimos responsabilidades y aumentamos nuestra implicación, es una tarea de la comunidad. En estos momentos somos como un grupo de música, tenemos que hilar fino para que la melodía suene bien.

En tiempos de prepandemia nadie podía predecir el futuro pero en estos tiempos la incertidumbre es mayor aún. Personalmente en estos meses he vivido, experimentado aprendizajes y presenciado situaciones ajenas inimaginables.

Por ello encuentro imprescindible aplicar en estos momentos la visión característica de la Antropología, el Holismo, que se trata de, analizar, observar, descubrir y enfocar los diferentes puntos intrínsecos que se pueden hallar en una cultura determinada.

El cambio es algo que define a nuestra era y más aún en estos momentos, pero observar el cambio y analizarlo desde un mismo punto de vista empobrece las posibles alternativas y soluciones innovadoras que nos puedan beneficiar a nivel económico y social. En este barco estamos toda la población y eso implica a todos los agentes claves, empresas, públicas o privadas y de cualquier tamaño, entidades del tercer sector, centros educativos, agentes sociales y población trabajando de forma conjunta.

¿Qué conseguimos con esto? Pues ver el cambio desde diferentes perspectivas, empatizar y barajar todos los tipos de realidades posibles para tomar las decisiones más acertadas. Es una cuestión sistémica, es cuestión de preguntarnos ¿A quién y cómo afectan los cambios?, ¿Tenemos disposición y estamos en condiciones de afrontar qué cambios?

Desde mi punto de vista las empresas y las entidades sociales tienen un papel clave en todo este entramado, la cuestión es si son conscientes de ello y desean asumir esa responsabilidad o «tirar para adelante» por simple inercia sin aplicar una visión holística.

Decía Juan Sobejano en su artículo «La Antropología del cambio» que; Utilizar la antropología cultural supone colocar las empresas en un escenario más amplio que el meramente económico, supone asumir que las empresas están formadas por personas, que las personas se relacionan entre sí y que esas relaciones son algunas de las manifestaciones culturales que la antropología cultural estudia. Las empresas viven en un entorno en el que lo económico sólo es una parte del mismo, de modo que muchas de las claves para su comprensión se alejan de cuentas y balances. Las empresas no permanecen en entornos asépticos, sino que desarrollan sus actividades en sociedades con sus sistemas culturales propios que afectan y se ven afectados por todas las instituciones que los forman.

Y yo no puedo estar más de acuerdo. Desde hace años digo que, las empresas no son entes impersonales, muy al contrario, están formados por personas y son éstas las que tienen en su poder la capacidad de generar cambios y mejorar. Es un error no contar con la alianza de todas las personas que forman las organizaciones, sean de las características que sean.

Las personas y por ende, las organizaciones están ubicadas en un entorno cultural concreto y ello determina una serie de comportamientos y códigos propios que no pueden, ni deben ser ignorados. Somos lo como somos por nuestro entorno, el entorno determina nuestra personalidad y nuestra conducta.

He conocido muchas organizaciones que buscan fuera un talento que tienen dentro, pero lo desconocen y esto es un gran ERROR, pues provoca en los equipos una sensación de falta de pertenencia y complicidad que deriva, inevitablemente en la mayoría de los casos, en frustración y ausencia de compromiso e implicación. Las pérdidas en estos casos son muy grandes, tanto a nivel personal, como organizativo. Probablemente estemos privando a esas personas y a nuestra propia organización de crear ideas y estrategias magistrales que surgen de la fuente primaria, las personas que cada día están en primera línea trabajando y esto, es Innovación Social.

Actualmente y por desgracia por lo devastador del COVID19, nos encontramos en un punto de inflexión que puede ser la OPORTUNIDAD para cambiar, para planear como un drone y aplicar la visión holística que nos permita conocernos, tener en cuenta nuestros entornos y comenzar a generar cambios, cuya presencia se hace más tangible en momentos críticos como éste. Cuando algo cambia en nuestros ecosistemas, nos obliga a cambiar nuestras estructuras y por tanto nuestras infraestructuras.

Gente, apuesto por este momento de cambio, apuesto por nuestra resiliencia, por el aprendizaje adquirido y por la antropología aplicada en las organizaciones para poner en valor todo el talento, y por supuesto apuesto por el trabajo colaborativo y cooperativo. ¿Apuestas tú?

Así que apuesto por sentirnos bien, en todos los sentidos 😉 y por eso termino con esta maravilla de la música «Feeling Good». La foto es de un mercadillo callejero de Bruselas, de aquellos tiempos, de los que no hace tanto tiempo…

Un comentario sobre “La bola de cristal; Antropología, cambio y entorno laboral

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