Si cuando nos estábamos comiendo las uvas nos llegan a decir que en el mes de marzo tendríamos que encerrarnos en casa y cerrarían todas las empresas, excepto aquellas que ofrecen productos y servicios de primera necesidad, habríamos pensado que esa persona se había tomado más de una y de dos celebrando el año nuevo. 

Verdaderamente se trata de una situación distópica y tremendamente interesante desde el punto de vista antropológico.

Creo sinceramente que este COVID19 va a obligarnos a revisar las definiciones del concepto «Comunidad«. Desde mi punto de vista, la clave de este concepto, visto lo visto, se encuentra en compartir un interés común y menudo interés, nada más y nada menos que la salud del ser humano a nivel mundial.

Es curioso que hablemos de comunidad cuando estamos en pleno confinamiento en casa… Paradojas, cuando hay obligación de aislarnos nos damos cuenta de que somos animales sociales. Precisamente cuando estábamos en uno de los momentos de nuestra historia en el que el individualismo era el emperador y la autosuficiencia su mano derecha.

Estamos presenciando la creación de nuevos códigos culturales, resultado de la mezcla entre:

  1. Costumbres y comportamientos sociales que habían caído en desuso.
  2. Hábitos que formaban parte de nuestro día a día y constituían nuestra forma habitual de relacionarnos, con las nuevas tecnologías por bandera.

Por ejemplo, estamos volviendo el hablar por las ventanas, a tenerlas abiertas, sin importar que te vean, al contrario, quieres ver y que te vean, sentir esa compañía aunque sea de una persona ajena y desconocida a la que terminas sonriendo y saludando si las miradas se cruzan. Ha vuelto la calma, el sentir y el mirar «padentro», el valor de las conversaciones, el cantar y tocar música para distraer al vecindario y con esto la nostalgia… El subir la compra por los balcones en una cesta atada a una cuerda y dar recados por las ventanas…

Al mismo tiempo, hacemos desaparecer kilómetros con las nuevas tecnologías, ponemos voz y cara a las comunicaciones, estamos usando las nuevas tecnologías en entornos y con personas en los que anteriormente habían sido descartados, como en residencias de personas mayores.

¿Que nos está pasando? Básicamente que el instinto de supervivencia está poniendo a prueba:

  1. Nuestro pensamiento creativo.
  2. Nuestra vulnerabilidad ante la ausencia de contacto físico y emocional, en los almacenes individuales que se han convertido nuestras viviendas.
  3. Nuestra vulnerabilidad como seres individuales.
  4. Nuestra fortaleza como comunidad unidas desde la colaboración y la cooperación.

Estos cuatro puntos, a los que se podrían añadir muchos más, están íntimamente relacionados, son causas y efectos y promueven nuevos modelos conductuales a nivel social y cultural que está construyendo nuevas dinámicas sociales que pueden generar cambios más que significativos, únicamente tenemos que prestar atención a la gestión de lo común, a la gestión de nuestra comunidad.

Entre los pensamientos creativos que más me llaman la atención está el Pensamiento «PO», totalmente disruptivo y provocador, negando la lógica y creando soluciones a situaciones como las que estamos viviendo. PO es una palabra Maorí que representa el caos que da origen a nuevas creaciones, precisamente lo que estamos viviendo.

Edward Bono acuña el pensamiento PO a raíz de trabajar el pensamiento lateral o divergente, consiste en provocar y una provocación supone siempre una alteración del sentido de alto tipo.

Os animo a que utilicéis este pensamiento creativo con vuestros equipos, amistades y familia se puede echar un buen rato y de camino crear opciones a situaciones tan descabelladas como que 1/3 de la población mundial esté confinada en sus casas.

  1. PO… no hay conciertos, festivales on-line.
  2. PO… no podemos salir a la calle, inventamos juegos para casa con materiales reciclados y creamos juegos on-line para las personas que tengo lejos.
  3. PO… no hay material sanitario, nos organizamos y a través de un trabajo colaborativo y cooperativo y fabricamos materiales.
  4. Etc.

En muchas ocasiones este pensamiento PO se aplica poniendo como ejemplo situaciones en las que tenemos que buscar soluciones para contrarrestar un efecto negativo para nosotr@s mism@s.

Imaginemos que en este confinamiento únicamente podemos sacar una bolsa de basura orgánica a la semana por casa PO la basura nos comería, PO no compro productos con plástico, vidrio y cartón. ¿Qué pasaría con nuestros hábitos alimenticios? ¿Cuál sería su efecto en nuestra salud? ¿Qué efectos a nivel industrial y en el tejido empresarial general tendría? ¿Y a nivel ecológico?

Todo un efecto en cadena que cambiaría nuestra vida a muchos niveles, pero es que muchas veces olvidamos que somos diseñador@s y arquitect@s de nuestra forma de vivir y no siempre usamos ese superpoder, TOMAR DECISIONES.

Para despedirme me vais a permitir que vuelva a compartir mi canción fetiche «Los días Raros» de Vetusta Morla en una versión con la orquesta sinfónica de la región de Murcia, tras otro terremoto, en esa ocasión de placas tectónicas, pero recordemos;

Nos quedan muchos más
Regalos por abrir
Monedas que al girar
Descubran un perfil
Que empieza en celofán y acaba en eco

La foto está tomada en Málaga, se trata de la Farola en Muelle 1 vista desde las rejas😉

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